Vamos a hablar de algo profundo. Quiero que te tomes un momento, respires y pienses en esta pregunta: ¿existe el destino? Sé que no es fácil. Tal vez esta pregunta te ha perseguido más de una vez, apareciendo en noches solitarias o en días donde las cosas no salieron como planeabas. Quiero que hablemos de esto como si fuéramos viejos amigos, sin pretensiones ni juicios, solo buscando respuestas juntos.
La idea del destino ha sido discutida durante siglos. Algunos lo ven como una fuerza inamovible, un camino preescrito que dicta cada paso de tu vida. Otros creen que somos dueños absolutos de nuestras decisiones, que el destino, si existe, es algo que construimos con nuestras propias manos. Pero más allá de estas posturas, déjame compartirte una verdad que he aprendido: no importa si el destino existe o no, lo que realmente cuenta es cómo eliges vivir tu vida mientras buscas esa respuesta.
A veces, cuando las cosas parecen irremediablemente fuera de control, es fácil aferrarse a la idea de que todo está planeado. “Si algo salió mal, quizá era lo que debía pasar”, te dices. Y no está mal pensar así; a veces, necesitamos creer que hay un propósito detrás de las dificultades. Pero, ¿qué pasa si miramos el destino desde otra perspectiva? No como algo escrito en piedra, sino como una conversación entre tus elecciones y las circunstancias que te rodean.
Hay días en los que la vida te presenta desafíos que parecen imposibles. Momentos en los que te preguntas si todo este esfuerzo tiene sentido. ¿Es ahí donde el destino juega su papel? Tal vez. Pero aquí es donde te invito a replantear la pregunta. En lugar de pensar si existe el destino, pregúntate: ¿qué puedo hacer yo con lo que tengo ahora?
El destino, para mí, no es una carretera recta, sino una red de posibilidades. Cada decisión, por pequeña que sea, abre una nueva puerta. Y sí, a veces las cosas salen mal. A veces el camino que elegiste no lleva a donde esperabas. Pero eso no significa que estés perdido. Significa que tienes la oportunidad de elegir otra vez. De levantarte, de aprender, de intentarlo de nuevo.
Quiero que sepas algo: si alguna vez te has sentido atrapado, sin saber si el destino te juega una mala pasada o si simplemente la vida es así de caótica, no estás solo. Todos hemos estado ahí. Y todos hemos tenido que elegir entre quedarnos paralizados o movernos, aunque no tengamos todas las respuestas. Porque al final, tal vez el destino no sea un camino que sigues, sino uno que creas con cada paso que das.
Algunos días serán difíciles. Otros, maravillosos. Pero en ambos casos, recuerda esto: no necesitas tener todo resuelto. No necesitas saber si existe el destino o si todo es producto de tus decisiones. Lo único que importa es que sigas adelante, con coraje, con esperanza, con la convicción de que estás construyendo algo que vale la pena.
Así que, la próxima vez que te preguntes si existe el destino, míralo desde otro ángulo. No como algo que te controla, sino como una herramienta que puedes usar para encontrar sentido, para darle forma a tu vida de la manera en que tú decidas. Porque al final del día, el destino no es el lugar al que llegas, sino la historia que eliges escribir mientras caminas.
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